PRESIDENTE JUAN CARLOS VARELA R. SE DIRIGE A LA ASAMBLEA GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS

Panamá, 20 de septiembre de 2017.

Inicio mis palabras extendiendo mis condolencias y solidaridad al pueblo y gobierno de México por las víctimas del terremoto que ocurrió el día de ayer, de igual forma a los de Cuba, Estados Unidos y los países del Caribe por las muertes y los cuantiosos daños materiales que dejó el paso de los huracanes Irma y Harvey y los que está causando el Huracán María en estos momentos, especialmente a Dominica, nuestras oraciones están con las víctimas y sus familiares.

Estos desastres naturales nos dejan el claro mensaje de que es necesario seguir construyendo puentes de solidaridad y que las capacidades de protección y seguridad de nuestros países deben ser utilizadas sólo para ayudarnos los unos a los otros y no para enfrentarnos.

Señor Presidente, Miroslav Lajčák, quiero felicitarlo por su elección para dirigir los debates de esta sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Extiendo un saludo al Señor Secretario General, António Guterres, reciba mi compromiso como Presidente de la República de Panamá, el apoyo de mi gobierno y de mi país.

Desde esta tribuna, con respeto y cariño, envío un caluroso saludo al Pueblo panameño que me dio la oportunidad de servirle.

Regreso a esta Asamblea por cuarto año consecutivo, en momentos en que el mundo enfrenta desafíos como: el crimen organizado, el terrorismo y los desastres naturales que afectan a nuestros pueblos. Otro gran reto que reclama nuestros esfuerzos, es el incremento de los flujos migratorios forzados por la guerra, la pobreza y la desigualdad.

Por ello, el tema de discusión de esta Asamblea: “Centrados en las personas: por la paz y una vida decente para todos en un Planeta sostenible”, es propicio para que los Jefes de Estado y Gobierno dialoguemos y acordemos acciones concretas para lograr la paz en el mundo.

La paz es una construcción humana producto de la convivencia respetuosa y la satisfacción responsable de las necesidades básicas de las personas, conservando este planeta que es la Casa de todos.

El camino más efectivo y correcto para resolver los problemas que afectan a los habitantes de nuestro planeta, es colocar siempre al ser humano en el centro de todas nuestras decisiones. Con esta política humanista he dirigido mi país por 39 meses, buscando construir una nación donde prevalezca la justicia y la equidad, sin afectar a los inocentes en este proceso, ni generar conflictos innecesarios.

Señor Presidente

Democracia no es solo escoger a los jefes de Estado en elecciones libres, sino que los escogidos entendamos que el poder recibido se debe usar solo para servir al pueblo que los eligió, administrar con transparencia, equidad y criterio social las riquezas del Estado en beneficio del pueblo, dirigiendo al país en paz con diálogo y consensos.

En 2015, el Papa Francisco en su mensaje para la Apertura de la VII Cumbre de las Américas dijo que: “La situación Geográfica de Panamá, en el centro del continente americano, que la convierte en un punto de encuentro del Norte y el Sur, de los Océanos Pacífico y Atlántico, es seguramente una llamada, pro mundi beneficio, a generar un nuevo orden de paz y justicia y a promover la solidaridad y la colaboración, respetando la justa autonomía de cada nación.”

Siempre he tenido presente la vocación de Panamá como facilitador de diálogo y entendimiento; un país de unión al servicio de la comunidad internacional, dispuesto a cooperar como aliado estratégico, a contribuir con nuestros recursos para abordar los problemas comunes que afectan a la Región.

En la VII Cumbre de las Américas de 2015 celebrada en Panamá, se forjó el acercamiento histórico entre dos naciones que mantenían diferencias por más de medio siglo, Cuba y Estados Unidos; allí se dio inicio a un diálogo franco para poner fin a ese distanciamiento. Ahora avanzamos hacia la Cumbre de las Américas de Lima, Perú, debemos ir con una actitud constructiva, con disposición al diálogo, para analizar los desafíos de la Región, mantener la paz social y la unidad del continente.

América y el mundo se alegran porque Colombia continúa exitosamente la implementación del Acuerdo de Paz. En su reciente visita el Papa Francisco dejó un gran mensaje sobre la consolidación de este proceso, que es no solo para los colombianos, sino para todos: la necesidad de aceptar la falta cometida, corregir y buscar la reconciliación.

Sin embargo, nuestro continente se enfrenta a un problema que trasciende fronteras: el aumento de la producción de drogas y el narcotráfico. Es necesario que los líderes de América busquemos la unidad para enfrentar este desafío que amenaza la tranquilidad de los pueblos, principalmente en el Triángulo Norte.

No podemos permitir que el narcotráfico se robe la paz que tanto costó recuperar en Centroamérica y Colombia.

El narcotráfico condena a la pobreza a los pueblos; afecta el presupuesto del Estado, obliga a invertir recursos en seguridad en lugar de destinarlos a educación, salud, vivienda y transporte; desafía la autoridad de los gobiernos y mina la lealtad que deben al Estado quienes están obligados a obedecer y hacer cumplir las leyes.

Panamá ratifica su compromiso de mantener una lucha frontal contra el narcotráfico, poniendo todas sus capacidades y recursos al servicio de la Región para eliminar este flagelo.

A la vez, hago un llamado a los líderes y jefes de Estado de los países productores y consumidores de drogas para que nos apoyen en esta lucha, cada dólar que genera el narcotráfico representa muerte en nuestra Región.

La crisis política de Venezuela tiene un profundo impacto en la Región. Es necesario detener los enfrentamientos que han provocado una violencia innecesaria, que nos lastima a todos los latinoamericanos.

Urge reconocer que para llegar a una solución del conflicto ambas partes deben encontrar el camino del entendimiento, una hoja de ruta definida para realizar las elecciones presidenciales libres y transparentes en el 2018. Sería un grave error que el Gobierno de Venezuela insista imponer a la fuerza un modelo político unipartidista, esto agravaría la crisis social y humanitaria del hermano país, incrementando los flujos migratorios que provocarían situaciones complejas en los países vecinos.

Todos los países debemos acompañar al pueblo venezolano a salir de esta crisis.

De la Cumbre de las Américas en Lima nuestro Continente debe salir unificado, para luchar juntos contra la desigualdad y el narcotráfico. En ese ejercicio Panamá está dispuesto a jugar un rol de primera línea, construyendo puentes de comprensión y de diálogo que hagan más fuerte y solidaria a nuestra América.

Invito a los Jefes de Estado del Continente a que vayamos a Lima con esta visión de unidad para que logremos que el hemisferio avance con paso firme hacia el desarrollo.

Señor Presidente:

Vivimos en un mundo impactado por actos de terrorismo, desastres naturales y crimen organizado. No hay tiempo ni espacio para que nos desgastemos luchando entre nosotros por diferencias ideológicas temporales. Es necesario que los países unamos capacidades para enfrentar los males que afectan a la población, más allá de nuestras fronteras.

Panamá condena enérgicamente todos los actos de terrorismo en el mundo, no hay ninguna justificación para cometerlos.

Hoy hago un llamado respetuoso a los países miembros del Consejo de Seguridad para que se fortalezcan las medidas y decisiones que promuevan la paz definitiva en lugares como Siria e Irak y a la vez condenamos de manera enérgica los liderazgos irresponsables como el de Corea del Norte que intentan desestabilizar la convivencia pacífica del mundo.

Panamá cree en un sistema multilateral fortalecido para lograr los objetivos que nos hemos propuesto en la Agenda 2030 y estamos dispuestos a seguir jugando un rol de liderazgo.

 

Es por ello, que compartimos y apoyamos el proceso de reforma que adelanta el Secretario General para hacer de la ONU una institución más transparente, eficiente y que responda a las necesidades de un mundo de más de 7 mil millones de personas, donde si globalizamos las riquezas del planeta, nadie se quedaría atrás.

Estas reformas deben lograr que la ONU nos convoque de manera más efectiva y conecte a los Jefes de Estado con el dolor de las personas que sufren por la guerra, desastres naturales y el crimen organizado.

La cooperación multilateral es vital en este proceso y no debe ser solo de recursos económicos, sino la transferencia de capacidades y mejores prácticas.

Países de renta media como Panamá, estamos en capacidad de contribuir con la transferencia de conocimientos y tecnología a través de la cual se generan beneficios tangibles para la población, contribuyendo a la paz.

El compromiso de Panamá en este camino es cierto, por ello impulsamos el establecimiento de la sede Regional de las Naciones Unidas en nuestro país y construimos las instalaciones del Centro Regional de Asistencia Humanitaria, que permitirá ofrecer ayuda en tiempo oportuno a los países de la Región en caso de desastres naturales, como lo hicimos recientemente con el puente aéreo y marítimo que llevó ayuda a los países afectados por el huracán Irma que azotó Cuba, el Caribe y Estados Unidos.

Señor Presidente,

Como Presidente de la República de Panamá me he propuesto dos metas claras: hacer de la política un servicio y dejarle a mi país una democracia funcional.

Estamos recuperando cientos de millones de dólares desviados, que le pertenecen al pueblo e invirtiendo esos fondos en la gente, poniendo los recursos del Estado al servicio de todos los panameños.

Gracias al gobierno honesto que lidero, al aumento de los ingresos producto de nuestro Canal Ampliado y a una economía que mantiene un crecimiento económico sostenido en los últimos años, estamos mejorando las condiciones de vida de los panameños. Aumentamos significativamente el salario de los funcionarios públicos, policías, educadores, médicos, enfermeras; revisamos el monto de las jubilaciones y de las becas y fortalecimos las ayudas monetarias condicionadas.

Además, estamos construyendo miles de kilómetros de carreteras, importantes proyectos de sanidad básica, plantas potabilizadoras, decenas de miles casas para la gente más pobre y modernas escuelas bilingües, centros deportivos y culturales, nuevas líneas del metro y un moderno sistema de transporte masivo para nuestros ciudadanos.

Con responsabilidad y transparencia alcanzamos este propósito, sin aumentar un sólo impuesto y avanzamos con paso firme al cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible. Este es el valor de un gobierno honesto.

Presidir un gobierno honesto que distribuye con criterio social y equidad las riquezas del pueblo es el camino a la paz social, la vida decente y un mundo más equitativo donde todos somos iguales.

La vida decente que merecen los seres humanos se construye con el esfuerzo de todos y se conquista cuando los ciudadanos de nuestros países tienen satisfechas sus necesidades básicas de alimento, vivienda, salud y educación. Para eso es importante que todos asumamos el compromiso del pago de los tributos al Estado, como lo hace la clase trabajadora y profesional, los gobiernos tenemos la obligación de tomar medidas contra la evasión fiscal que afecta la capacidad del Estado de ayudar a los más humildes y profundiza la desigualdad.

Los gobernantes debemos ejecutar políticas públicas y desarrollar programas que permitan distribuir los recursos del Estado de manera equitativa, para que los más vulnerables tengan herramientas para incorporarse al desarrollo, haciendo un uso sostenible de los recursos.

Los países pasan por procesos de rendición de cuentas en busca de la transparencia en la administración de los recursos del Estado. Sin embargo, para alcanzar este fin es importante que no se afecte a la población inocente por los errores cometidos por la clase política y empresarios cómplices.

La lucha contra la corrupción no se mide por la cantidad de personas imputadas y condenadas por el sistema judicial, sino por el pueblo que se beneficia de la transparencia con que se administran sus recursos y los fondos que regresan al Estado producto de la recuperación patrimonial, esto es importante. A los gobernantes nos toca proteger la economía de nuestros países, los empleos y los proyectos que benefician a la población.

En ese sentido, Panamá está comprometida con la seguridad y protección de su plataforma logística y sistema financiero, y seguimos trabajando responsablemente para que no se utilicen en actividades ilegales que no representan el bien común.

En nuestro mundo que a diario se habla de justicia, los jefes de Estado y de Gobierno debemos tener presente que justicia es darle a cada quien lo que le pertenece. Este planeta tiene la suficiente riqueza para que todos los seres humanos puedan tener una vida decente. El valor más importante para los habitantes de la tierra es la paz y es nuestra responsabilidad que nuestras acciones vayan siempre de la mano con la búsqueda de este objetivo.

Dios los bendiga a todos, nos guíe a seguir trabajando por un mundo mejor.